jueves, agosto 22, 2013

Romper con las inercias




En la primera mitad del siglo XX, cuando tres cuartas partes de la población en México era analfabeta, el maestro de América, José Vasconcelos, contemplaba la labor titánica de llevar la educación y la cultura a todo el país, de tal forma que siendo titular de la Secretaría de Educación Pública, afirmaba: “tanto urge construir escuelas, que si no fuera tan difícil romper con la rutina humana, hace tiempo que habríamos propuesto la supresión de todo el personal de la Secretaría, aún la clausura de las escuelas durante dos años, para aplicar todo el presupuesto a construcciones”; hoy en día la cobertura de educación básica en México, es casi universal, ahora el reto de la educación pública, se encuentra en la calidad del servicio.

Hay escuelas en todo el país, en islotes, en comunidades indígenas, en las ciudades, en los ranchos; las hay de palitos, sí, con una infraestructura que no se le puede llamar escuela, no obstante, si se preguntara por el colegio de la comunidad, no habría otro lugar a donde señalar; las hay, también hay que decirlo, con alberca y patios que reúnen como 10 canchas de fútbol juntas, con una enorme biblioteca decorada con vibrantes murales, esa es la escuela primaria Benito Juárez, en la col Roma de la ciudad de México, cuando todas las escuelas del país, se parezcan a esa escuela, podríamos decir que hemos cerrado las brechas de desigualdad y roto las inercias.      

Mientras tanto, 6 de cada 10 estudiantes de primaria, según la prueba Enlace, tienen conocimientos elementales o insuficientes en matemáticas y español, cifra que incrementa a casi 8 de cada 10 en secundaria, es decir, los infantes mexicanos asisten a la escuela, pero la educación que están recibiendo a penas si les es útil. Es evidente que esta tarea tan compleja requiere de un todo que sea mayor a la suma de las partes. Crear buenos ambientes de aprendizaje pasa por una infraestructura adecuada, materiales educativos pertinentes, el compromiso de los docentes, el compromiso de los padres de familia y evidentemente, el compromiso de los alumnos, pues se sabe: la enseñanza se encuentra donde alguien quiere aprender.

Identificado el maestro como un elemento clave en el proceso de enseñanza aprendizaje, el Estado se dio a la tarea de normar su labor educativa a través de la reforma a los artículos 3 y 73 de la Constitución, así como con la entrega de las iniciativas de las leyes secundarias para operar esta reforma; iniciativas que fueron aprobadas por el Congreso en menos de una semana; debido a esta situación, un segmento del magisterio mexicano (los profesores disidentes de la CNTE) se sienten vulnerables y consideran que su trabajo está en franco peligro, por lo cual han emprendido sus características manifestaciones y protestas.   

Al inaugurar el presente ciclo escolar en la escuela primaria “Presidente Miguel Alemán”, en el municipio de Xochitepec en el estado de Morelos, el presidente Peña Nieto, pidió a las distintas fuerzas políticas como a todos los actores educativos, romper con las inercias y superar las barreras que han impedido que la calidad de la educación se coloque en sus niveles óptimos. Parte de la ruptura de estas inercias, se plantean en la iniciativa de Ley del Servicio Profesional Docente, veamos.

De acuerdo con las iniciativas de ley aprobadas por el Congreso de la Unión, si bien el INEE será quien autorice los parámetros e indicadores que habrán de evaluar a los maestros, considerando el contexto en el cual desempeñan su labor educativa, estos parámetros e indicadores emanarán de la propuesta que envíe la SEP.

La evaluación, dice la iniciativa de Ley, se realizará con el objetivo de valorar el mérito de los maestros, de este modo, comprobar que efectivamente se está brindando una educación de calidad a los alumnos, tal como lo mandata el texto constitucional. Esta iniciativa propone que los docentes que se incorporan al servicio estarán sujetos a “un proceso de inducción” por un periodo de dos años, luego de esos dos años, se valorará si el docente “favorece” el aprendizaje de los alumnos, de ser así, continuará prestando el servicio, en caso contrario, finalizará su nombramiento.

Para los maestros, directores y supervisores en servicio, su permanencia estará sujeta a la evaluación que haya aprobado el INEE y que se realizará por lo menos, cada cuatro años; en caso de que sean detectadas insuficiencias en la prestación del servicio educativo, los maestros con malos resultados en su evaluación se incorporarán a programas de regularización que la SEP o el INEE determinen.

Al ser detectada la insuficiencia de un maestro, director o supervisor y ser remitido a un proceso de regularización, éste agente educativo tendrá que presentar una segunda evaluación en un plazo “no mayor a 12 meses”, de continuar las insuficiencias, tendrá que volver a los cursos de regularización y presentarse a una tercera evaluación, en un periodo máximo de un año; si estas insuficiencias continúan, “se concluirá su nombramiento”, advierte la iniciativa aprobada por la comisión de educación.  

Es importante destacar que los programas de regularización de las autoridades educativas, durante años han presentado grandes áreas de oportunidad sin que éstas se hayan cubierto, de hecho, gran parte de los maestros, las consideran pérdida de tiempo; y en otros casos, los docentes tienen que recurrir a universidades privadas para acceder a una formación continua.

En este contexto, es como poner la bota en el cuello a maestros acostumbrados al fuero de su sindicato, la exigencia es absoluta, en el país donde la inercia es de fraude y simulación. ¿Qué es mejor que hacer las cosas bien? ¿Por qué no hay un gobierno de sabios?, he escuchado que en ocasiones se preguntan las personas. Una educación con maestros altamente capacitados, justipreciados, y con una moral en alto, nos dará a la larga un gobierno de sabios. Mientras tanto, no se puede exigir a las autoridades menos que prediquen con el ejemplo de su esfuerzo y compromiso, su lealtad a México.    

Esto es romper con las inercias, revalorar la profesión docente, brindándoles una formación de primer nivel y separando del servicio educativo a los profesores que no estén comprometidos con su labor; concursar los puestos de supervisión y dirección es otro de los cambios que contempla esta iniciativa; para que estas plazas ya no sean objeto de prebendas políticas o sindicales.

Se ha dicho claramente, los maestros realizan la noble labor de “enseñar aprendiendo”, por lo que aquellos maestros negados al aprendizaje deberán modificar su condición y abrirse a la mejora continua. Finalmente, también es de reconocer que los estímulos al buen desempeño docente, no serán permanentes, tal como se venía haciendo en el programa de Carrera Magisterial, lo cual, según los expertos, pervertía la labor educativa. 


paraopinar@yahoo.com