domingo, diciembre 18, 2011

Vasconcelos, Peña Nieto y el 2012



No es nada personal. Los 13 mil 700 millones de años de vida que los científicos calculan de vida al universo, son impersonales. México, pertenece a esos países milenarios que desde antes que se comprobara la redondez del mundo, ya calculaban el tiempo, consideraban su "espacio" como un "periodo" cíclico; algunos pueblos de la región se llegaban a definir como Toltecas, artesanos de la conciencia. Pensaban con el corazón, sentían con la mente.

En este devenir se planeta como inminente el 2012, se acaba el tiempo; sin embargo, nos rodea la eternidad "que paradoja para la razón" le dice don Juan a Castaneda, no importa si nos equivocamos, importa si no participamos, si no consideramos como valioso lo que aprendemos, al arriesgarnos a confirmar, a través de un acto, aquello que somos al arrojarnos.

Llega un año de elección. ¿La incógnita del, qué somos, ha sido dilucidada plenamente por la ciencia? ¿No? No obstante, se afirma que la economía de mercado está transitando hacia la economía del conocimiento. Más que siempre, es la hora de elegir, en primer término, quiénes somos, con qué nos comprometemos, cuál es el sentido que le confiamos a la vida. ¿Ya evaluamos la inercia que a diario nos empuja?

No hay sistema social que no lo hagan las personas, de ahí la convicción de porque pueden cambiar las cosas y no han cambiado, por las personas. "Na`a te asegura nada", parecía repetirse Leo-Nardo en un soliloquio rumbo al trabajo.

Hace unos días, Enrique Peña Nieto, fue dilapidado verbalmente por no saber recordar el titulo de dos, tres libros que "habían marcado" su vida y su carrera política. El suceso, fue por demás socializado. La derivación del evento, aproximó sus evidencias, el precandidato no tiene el hábito de leer.

Por Dios, que cosas.

Dice discursos sí, muchos, incluso hasta en idiomas que desconoce. Es bien peinado y sin sentirse el ama de la casa, quiere dirigir un país de guerreros en plena guerra, sin saber, además, cual es el salario mínimo del proletariado al cual su hija pendejea, él, se impulsa y se dirige al "pueblo" como a la "elite".

Vivan los candidatos de la democracia, pero es nuestra elección si llegan a ser Gobierno, se decía casi sarcástico Leo, mientras ignoraba lo que estaba a punto de sucederle. Entraría como siempre a ese Ministerio que en otrora habría sido un Convento, saludaría de la manera habitual, tomaría asiento y procuraría con todas sus fuerzas poner atención a aquella puesta en escena número 372.

La presentación de Los libros clásicos de Vasconcelos, resultaría ser al mismo tiempo, el festejo por los 90 años del Ministerio de Educación, el titular de la dependencia, el maestro Alonso Lujambio (ahora, en Paz descanse), rememoraba los altos sueños del oaxaqueño. Lo paradójico de su empresa al pretender inundar con clásicos al México de los años 20, en el siglo XX, cuando el país tenía un 80 por ciento de su población en un estado analfabeta.

El ministerio, lo sabemos, es consecuencia del triunfo de la Revolución, se decía para sí mismo Leo-nardo, mientras recordaba al Ministro, dar a conocer su deseo por competir por la Presidencia, con una campaña, dirigida al ahora candidato revolucionario. En la campaña, Lujambio afirmaba: "El tamaño sí importa" y comparaba su estatura con la del priísta, luego el ministro tuvo que precisar que lo que importaba era "la estatura moral".

Hoy don Alonso, modera la mesa -luego de que se le encontrase un mieloma múltiple- y clausura con ello, el festejo de los 90 años de la dependencia adornada por el muralismo, justo en el natalicio de Diego Rivera. Que vértigo, que cosas pasan si uno imagina, piensa abstraído Leo-nardo.

Al evento fueron invitados el escritor Felipe Garrido, Enrique Krauze y el director de El Colegio de México Javier Garciadiego, los tres eruditos, en algún momento de su exposición, criticaron la manera en la cual funciona la dependencia educativa, pero Krauze, sería quien se llévase las palmas, criticando el funcionamiento de la dependencia diciendo una mentira del tamaño del sol, amparado en su careta de "yo soy el especialista", "a mi me citan los candidatos en libros que ni siquiera he escrito"; por lo tanto…

Nadie tiene permitido asegurar que esto no sucedió tal como lo cuento, y, nadie tiene permitido asegurar que esto sí sucedió tal como lo cuento, le sonaba a Leo, desde un lugar lejano, quizá rodeado de ojos verdes y de frío.

Mira que Krauze dijera que de acuerdo con las tres directrices estipuladas en el proyecto original del fundador del Ministerio -el escolar, el artístico, y el fomento a la lectura-, la dependencia se ha centrado en impulsar solamente el primero, dejando en el descuido, el fomento estético y la promoción a la lectura, "Vasconcelos, sin duda, habría hecho las cosas al revés" concluía Krauze.

Que manera de cerrar los festejos de un ministerio, siendo difamado por un invitado, pensaba Leonardo mientras se dirigía a la redacción. Pero sí: "Tanto urge construir escuelas, que si no fuera tan difícil romper con la rutina humana, hace tiempo que habríamos propuesto la supresión de todo el personal de la Secretaría, aún la clausura de las escuelas durante dos años, para aplicar todo el presupuesto a construcciones", estaba seguro Leonardo que encontraría dicha cita en la Iconografía de Vasconcelos, justo encima de una foto, donde su paisano hacia una grabación de voz.

"Sin duda", como dijera Krauze, a este país le hace falta una campaña permanente de fomento a la lectura, bromeaba consigo mismo Leo, pero más allá de eso, la cita de Vasconcelos no tenía desperdicio: tanto urge construir escuelas, que si no fuera tan difícil romper con la rutina humana. La rutina humana, la única diferencia entre la rutina de nuestro incipiente siglo XXI con respecto a la rutina de los años 20, en el siglo pasado, es que la nuestra se presenta como más voraz, más atroz, a pesar de ello, ya lo dijera Paz, seguimos siendo contemporáneos del hombre del paleolítico.

Ha llegado el momento de elegir si somos o nos hacemos, si para construir un mundo mejor, trabajamos o nos distraemos. Por mi raza hablará el espíritu, decía aquel hombre de letras. No hay flaqueza en el sueño de Dios, escribo ahora yo.

Enseguida la fecha y una cita de Torri, que no viene a cuento.

Lindo, un lindo sueño repetía el lector mientras sostenía los folios escritos por Leo. No es nada personal, pensaba para sí, pero falta mucho por trabajar, hasta lograr el esplendor de la palabra, morada del mundo.

paraopinar@yahoo.com

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